lunes, 14 de junio de 2010

ÉRASE UNA VEZ UN HOMBRE QUE OLVIDÓ SU NOMBRE

Cada vez hay más gente que decide dar el paso hacia una vida más sencilla. Donde el progreso no imponga sus daños colaterales en cada uno de nuestros actos. Donde poder desarrollar una sensibilidad que centre nuestra atención en algo más que nosotros mismos, nuestra imagen, nuestra ropa, nuestro coche, nuestra casa, nuestras metas, nuestra cultura, nuestras neurosis… Allí donde los estímulos provocan a los sentidos y te invitan a bucear en un Pandora que no está tan lejos ni existe solo en un futuro ficticio. Hay quien piensa que somos nosotros los que vivimos alejados de nuestro entorno y de nuestro presente: obsesionados con metas futuras que nos hacen hipotecar la experiencia de sentir el instante que nos rodea.

…El hombre que olvidó su nombre no supo ver a tiempo que nada de lo que poseía lo acompañaba. Se esforzó mucho en construir un entorno que le impidiera sentir su soledad. Llegó a confundir la realidad consigo mismo y a creer que la infinitud del mundo se reducía a su limitada experiencia.

Consiguió estatus, poder y dinero para que su pequeño mundo pareciera grande y hermoso. Y aunque de vez en cuando aparecía la sensación de que aquello era demasiado frío y solitario, no tardaba en disiparla pensando en lo afortunado que era por tener tantas cosas en un mundo donde había tanta pobreza.

Los esfuerzos que realizaba para seguir disfrutando de esa suerte eran cada vez mayores. Primero tuvo que renunciar al tiempo que dedicaba a sus amigos más lejanos. Con los años, dejó de ver incluso a los íntimos. Pero aún tenía a su familia, a la que con esfuerzo podía dar cada vez más cosas. Al fin y al cabo no podía quejarse porque tenía de todo en un mundo donde había tanta pobreza.

Con el paso de los años llegó a lo más alto: más éxito, más poder, más dinero. Consiguió todo menos una cosa: tiempo. Cuanto más solo estaba, más se esforzaba por mantener su pequeño universo en pie, y se animaba pensando en lo afortunado que era teniendo tanto en un mundo en el que había tanta pobreza.

Un día, sin darse cuenta, distraído en su mundo de abundancia estéril, se convirtíó en el hombre que olvidó su nombre; aquél que no sentía lo que no compraba y que cuando tuvo todo, no sintió ya nada...

Cada vez hay más gente que decide dar el paso hacia una vida más sencilla. Gente que escapa de la autopista del progreso para avanzar despacio por el sendero del instante.  Una vez me crucé con uno de ellos y le pregunté:

-¿Cómo te diste cuenta?, ¿cómo puede uno despertarse?

A lo que respondió:

- Pandora está a tu alcance; la tienes ahí delante.

6 comentarios:

  1. en ese camino ando, vivir mejor con menos, disfrutar de lo sencillo, y vuestra música ayuda a no perder las ganas, aunq el día a día nos absorve y pierdo el norte... pero no mi nombre

    gracias chicos, deseosa de seguir conociendo el camino que os ha llevado hasta aquí

    un abrazo!

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  2. muy bueno!
    siempre será mejor una caña con los amigos que un iPhone :)

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  3. Llevaba mucho tiempo necesitando leer algo así. Escuchar algo así.
    Cada día que pasa la gente se vuelve más individualista y el egoísmo parece ser la base del castillo de arena que todos quieren.
    Y qué hay de lo Humano? Del valor de las cosas no materiales? Lo están (estamos) olvidando.

    Gracias por el equilibrio de esas líneas. Por la burbuja de creer que no todo es decadente.

    Gracias, de verdad.

    Un beso fuerte desde Vigo.

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  4. Gracias por ser algo más que un grupo de música!

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  5. Los pelos de punta!!

    Por esto, y otras razones, sois mi grupo preferido desde el principio...

    GRACIAS

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